Decíamos ayer... El 7 de septiembre de 2011, en plena vorágine del comienzo del curso escolar, escribíamos una entrada urgente y algo atropellada, sobrecogidos aún por la aparición subrepticia de unas "Instrucciones de 4 de julio sobre comienzo de curso escolar 2011-2012" de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, que entendíamos que ponían patas arriba el edificio de la enseñanza pública e iban a tener gravísimas consecuencias para la misma tanto en materia de empleo, por la pérdida de miles de puestos de trabajo de profesores, como en la inevitable pérdida de calidad de la enseñanza derivada de aquella, a causa de la dificultad de ofrecer a nuestros alumnos servicios educativos esenciales. Lamentábamos también la humillación absolutamente gratuita e innecesaria a que se nos sometía con declaraciones injustas y provocadoras y mostrábamos dudas acerca de nuestra capacidad de resistencia para defendernos de la agresión de la que estábamos siendo objeto.
Varios meses después las cosas están al tiempo más oscuras y más claras. Más oscuras porque ni las jornadas de huelga desarrolladas contra las tristemente famosas "Instrucciones" ni los innumerables actos de protesta contra la política de acoso y derribo de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, han dado aparentemente fruto alguno, salvo el de aumentar el cabreo justificado del colectivo docente, por la cerrazón del gobierno de Esperanza Aguirre. Pero sí han servido para despertar en los profesores energías reivindicativas que se creían dormidas o muertas, además de vertebrar a amplios sectores de la comunidad educativa, comprometidos con la enseñanza pública, que antes estaban dispersos o alejados. La "marea verde" ha sido algo más que una metáfora afortunada, aunque en ocasiones algo grandilocuente, para representar la lucha de la educación pública contra la marea- ¿qué color ponerla?, ¿azul?, ¿negra?- del liberalismo más chulesco y de la privatización más descarada: ha significado un ejemplo, valiente y decidido para otros colectivos igualmente maltratados, pero aparentemente con menos capacidad de lucha y de resistencia. El que muchos de estos sectores parezcan resignados a su adversa suerte es algo que merecería más de un análisis. Pero entre tanta oscuridad sería una salida fácil "lamerse las heridas" y sucumbir al pesimismo.
Porque si de algo han servido estos meses es para aclarar por dónde ha ido, por dónde va y por dónde va a ir la política educativa de la Comunidad de Madrid y la del Gobierno. Desde luego se ha hecho la luz y ahora nadie puede llamarse a engaño sobre las intenciones de esa política, perfectamente sintonizada ahora entre la Moncloa y la Puerta del Sol. A las conflictivas "Instrucciones de comienzo de curso" le siguió la no menos polémica disposición adicional de la Ley de Medidas Fiscales de 29 de diciembre de 2011, que blindaba el trágala del horario de los profesores y supuestamente arreglaba el desafuero legislativo de la Sra. Figar. Ahora el Real Decreto de 20 de abril de 2012, recién cocinado por Guindos, Montoro y Wert, "sobre medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo" santifica todos los desafueros anteriores con la sagrada coartada del control de déficit, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, y que van a traer a colegios e institutos más recortes en profesores, en derechos, en servicios y en calidad, quién sabe si hipotecando para siempre el siempre incierto porvenir de la educación pública.
¿Qué hacer ante esta situación límite? No nos corresponde a nosotros decirlo, pero sí quisiéramos defender ese principio que dice que hay que afirmar el optimismo de la voluntad contra el pesimismo de la razón, con algo menos de ingenuidad que la que hemos demostrado este curso pensando quizá que nuestra lucha era una carrera de velocidad y no una de resistencia. Las brutales medidas de ajuste y control del Gobierno Rajoy, que ha pasado de las tijeras al hacha sin solución de continuidad, distan mucho de haberse completado, aunque ya han rebasado con creces las llamadas "líneas rojas". No sabemos desgraciadamente si estamos ante el principio del fin, o en el fin del principio, pero si deberíamos haber aprendido ya que sin una adecuada resistencia activa todos seremos inmolados en el altar de los mercados y de una lógica económica que hasta ahora no solo ha demostrado que es injusta sino también ineficiente e inútil contra el paro y la recesión.
Decíamos ayer....que tal cómo empezábamos este curso casi no daban ganas de hacer nada fuera de lo que uno está obligado a hacer, de multiplicar nuestro trabajo en iniciativas como la de este blog, por ejemplo. Nada han cambiado las circunstancias de entonces que nos haga desdecirnos de esas palabras, por otra parte tan tristes y tan desesperanzadas, pero vamos a sacar ganas de la nada y vamos a seguir con él, como diría el buen poeta y buen hombre que fue Ángel González, "sin esperanza, con convecimiento", o viceversa. Aunque ya sepamos que no va por ellos: va por nosotros.
No puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminarEl que resiste gana.
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