Gracias por visitar nuestro blog. Esperamos que te resulte útil, estimulante y divertido.

Buscar este blog

miércoles, 16 de mayo de 2012

EN LA MUERTE DE CARLOS FUENTES, UNO DE LOS NUESTROS





Tan aficionados como somos en este viejo país de España  a mirarnos el ombligo patriotero y a repetir hasta la saciedad los inevitables tópicos sobre nuestra incomparable Historia y sobre nuestra no menos incomparable Lengua, que con demasiada frecuencia olvidamos que el español sería en este momento una lengua pequeña y periférica de Europa si no fuera porque, al otro lado de ese inmenso charco que es el Atlántico, dieciocho repúblicas hispanoamericanas -desde el Río Grande mejicano hasta la Patagonia argentina y chilena, sin olvidar esa frontera que son los EE.UU-  la tienen como lengua propia, la hablan y la escriben, la miman y la defienden, cada una con su propio acento, con su música intransferible, con sus propias palabras, con su propia alma.

Tan encerrados estamos en nuestro patio y, por qué no decirlo, en nuestra ignorancia, que pensamos que la lengua de Cervantes -al que solo leemos, eso sí en voz alta y para la galería, el Día del Libro- es grande, poderosa e influyente por nuestro exclusivo mérito, sin reparar en que si hoy es respetable y respetada lo es en gran medida por el extraordinario número de escritores hispanoamericanos que junto a los nuestros de aquí la han hecho respetar, desde los ya lejanos pero no olvidados Rubén Darío y José Martí hasta los García Márquez y los Vargas Llosa de ahora mismo, o los Bolaño o los Vallejo, o los Parra, o los Piglia, pasando por las cumbres literarias de los Borges, los Cortázar y los Onetti, o tantos y tantos otros que han hecho de la literatura hispanoamericana una de las grandes literaturas del mundo. Lo de menos es que haya dado seis premios Nobel a la lengua española, más de la mitad de los que cuenta en total; lo importante es que le han dado el reconocimiento y la admiración de millones de lectores en todo el mundo.

Venga esto a cuento,  o a recuento apresurado, para decir que uno de los grandes escritores en español ha muerto hoy  a los 83 años: el mejicano CARLOS FUENTES, tan mejicano de nacionalidad como español de lengua, tan mejicano como ciudadano del mundo. Querido y admirado por casi todos, es autor de al menos media docena de obras inolvidables entre las muchas que escribió -dentro de unos días se publicarán, ya póstumamente, las dos últimas que había escrito- pero además dejo oír su voz culta, inteligente y tolerante en centenares de artículos, conferencias y entrevistas, consciente de que el presente y el futuro de las lenguas -también de la española- se decide y se decidirá no solo en los libros, sino sobre todo en los medios de comunicación de masas. Presente y futuro del español que, bueno será recordarlo de nuevo, depende, por encima de todo, de lo que se habla y se escribe en los países hispanoamericanos. 

Sabemos que este recordatorio no servirá de nada a esa panda de analfabetos nacionales que admiran sin medida a los futbolistas que desde Argentina, Chile o Colombia nos llegan sin cesar, al tiempo que no pierden ocasión de ridiculizar a cuantos en español -sobre todo si son pobres e inmigrantes- hablan con otros acentos y con otras palabras que las nuestras, pero para nosotros es una obligación cultural, ética y hasta higiénica. Podríamos decirlo más alto, pero no más fuerte.

Gracias, CARLOS FUENTES, por darnos la oportunidad, en el día de tu muerte, de defender desde el respeto a la diferencia, la lengua que nos une desde ambos lados del charco y a la que tú tanto contribuiste con tu inacabable talento.



4 comentarios:

  1. Si conociésemos la centésima parte de escritores y científicos de lo que sabemos de los futbolistas otro gallo nos cantaría.

    ResponderEliminar
  2. Soy latino y me gustó mucho lo que ustedes han escrito sobre nuestros escritores, pero da pena ver como se desprecia en España a los emigrantes y su lengua, tan española como la de acá.

    ResponderEliminar
  3. Está bien que a los hispanoamericanos se nos trate con respeto porque lo merecemos tanto como los demás.

    ResponderEliminar