La economía española no parece levantar cabeza, los mercados se desploman, los especuladores nos tratan de asfixiar aún más, todo a nuestro alrededor envía mensajes pesimistas y desalentadores...todo menos nuestra lengua.
Sí, parece una broma, pero no lo es: en estos tiempos de crisis y de desesperanza, el barco del español es el unico que parece salvarse del naufragio general. Su proa se abre camino, airosa, entre las olas, y ni las tormentas ni los temporales son capaces de hacerle torcer su rumbo. ¿Es un milagro? No, es una realidad.
Hay bienes -los economistas los llaman, en su jerga, intangibles- a los que no se les suele prestar demasiada atención porque aparentemente no la llaman. No tienen ni el peso ni la aerodinámica de los coches o de los aviones, ni emiten a la átmosfera humos como el acero o el cemento, pero contribuyen tanto a más que los productos citados a la riqueza de un país. Uno de esos bienes es la lengua. ¿Qué sería del Reino Unido sin su producción estrella, el inglés? Quizá un país de segunda fila, lo que está muy lejos de ser, gracias a la lengua de Shakespeare.
Las cifras cantan -ésta es una frase hecha, porque todo el mundo sabe que las cifran lo que es cantar, no cantan nada, a lo sumo aburren-: el peso económico de la lengua española, según estudios dignos de todo crédito, puede suponer más de un 15% del Producto Interior Bruto (P.I.B), y eso solo en lo que se refiere a las industrias culturales, con el sector editorial en primer término, sin contar el valor añadido del español en las transacciones financieras y comerciales.
España tiene la suerte -no el mérito, porque ha sido la demografía de los países hispanoamericanos la que nos ha colocado en ese lugar de privilegio- de contar con una lengua, la castellana, que hablan, como lengua materna, casi 450 millones de seres humanos en el mundo. Esa lengua es, por encima de todo, un extraordinario y útil instrumento de comunicación, que vincula a personas de países, razas, ideologías e intereses diferentes, y que en manos de nuestros grandes creadores literarios, es además un hermoso logro artístico y una impresionante tradición cultural. Pero también es ahora una industria y una negocio que mueve miles de millones de euros y crea decenas de miles de empleos, y esa industria, al contrario que otras, está en contínua expansión y parece resistir mejor que otras el impacto de la crisis.
Los estudiantes tienden a pensar que la la lengua no es más que una asignatura, no siempre fácil y motivadora, que no responde muchas veces a sus intereses e inquietudes. Los profesores con frecuencia consideran que el nivel lingüístico de sus alumnos deja bastante que desear y que ha retrocedido mucho con respecto al pasado. Tengan razón o no en sus respectivas visiones de la lengua, quizá unos y otros deban reconocer que la lengua, además de un hermoso instrumento de comunicación, es económicamente muy rentable, no solo para los individuos que la hablan sino para la economía en su conjunto.
Si queréis conocer más datos y cifras sobre el español en el mundo, así como sobre su impacto social, económico y cultural, los encontraréis en el siguiente enlace al peródico EL PAÍS, con la opinión autorizada de José Antonio Pascual, Vicedirector de la RAE; Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes; Eduardo Lago, director del Instituto Cervantes en Nueva York, y José Luis García Delgado, que ha dirigido un estudio sobre la importancia económica del español.
http://www.elpais.com/articulo/portada/hay/saber/espanol/elpepuculbab/20101127elpbabpor_4/Tes
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