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domingo, 7 de noviembre de 2010

NUEVAS NORMAS ORTOGRÁFICAS


Podemos ver la ortografía como un corsé que nos oprime o como una camisa de fuerza, al fin y al cabo la ortografía parece limitar la libertad de escribir como queremos, como nos da la gana. Por eso muchos creen liberarse cuando no obedecen sus incómodas reglas porque nadie, un profesor por ejemplo, los vigila, como sucede cuando mandamos mensajes en los móviles o cuando usamos el "tuenti".  Esta es una manera de ver la ortografía: como un castigo o como una condena.

Pero hay otra forma de ver las cosas radicalmente distinta: la ortografía no sería entonces una limitación de escribir "como nos da la gana", de nuestra libertad comunicativa, sino un modo de garantizar esa libertad. Nos sometemos a sus reglas para comunicarnos con más eficacia y con más seguridad, porque la libertad absoluta de escribir a nuestro antojo, de comunicarnos sin reglas, al final acabaría por impedir cualquier intento de comunicación. Si cada cual  escribiese como quiere, libremente, nuestra libertad chocaría contra la libertad de los demás. Como en el famoso chiste de médicos: "La operación ha sido un éxito, pero el paciente ha fallecido en el quirófano.". O por decirlo con un refrán de toda la vida: "Entre todos la matamos -a la comunicación- y ella sola se murió."

Al final las tan traídas y llevadas reglas de ortografía se parecen bastante a las normas de tráfico. Nos molestan, nos incomodan cuando nos obligan a parar en un "stop", cuando nos limitan la velocidad, cuando nos obligan a usar el cinturón de seguridad... pero nos salvan la vida. ¿Quién saldría a la carretera, incluso a su propia calle, si no hubiera normas de tráfico? Quizá solo los suicidas lo harían, porque no estaría en juego una simple multa, o unos puntos en el carnet, sino la propia vida.

El asunto de la ortografía puede parecer menos importante, menos vital, y así lo es, por supuesto, para cada uno de nosotros, pero es vital para la salud de la lengua, porque sin ella sería en unos pocos años, no digamos en unos siglos, un cadáver. Así que, después de todo, no se trata de perder unos puntos en un examen, o de ofrecer una imagen de incultura a los demás, sino de salvaguardar la comunicación que es el fin y el cabo del lenguaje, del oral y del escrito.

¿Que por que nos hemos puestos tan serios sobre este asunto de la ortografía? Pues para presentar las nuevas normas ortográficas -que tampoco son tan nuevas- de la Real Academia de la Lengua Española. Otro día hablaremos de esta tan venerable -e incomprendida-  institución, hoy solo queremos hablar de esas normas, no exentas de polémica, a las que podéis asomaros en estos enlaces periodísticos.

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Limpia/fija/jubila/letras/acentos/elpepucul/20101106elpepicul_1/Tes

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/i/griega/tiene/esperanzas/elpepusoc/20101109elpepisoc_1/Tes

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