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miércoles, 22 de diciembre de 2010

INVIERNO

"Fuenlabrada", fotografía de ÁNGELA RUÍZ GARRIDO,
tomada de su blog "Amo la fotografía".


Hoy ha entrado oficialmente el INVIERNO a las 11:46 de la mañana, pero estábamos tan ocupados, corrigiendo exámenes rezagados y poniendo notas,  que casi no nos dimos cuenta de su presencia. Por eso ahora queremos saludar como se merece a una estación tan generosa que trae en sus frías y húmedas manos el regalo de unas vacaciones. Le agradecemos esto más de lo que le agradecemos las borrascas y las tormentas, las heladas y las nieves,  pero todo va junto en el mismo lote, lo coges o lo dejas,  así que bienvenido sea.

Aquí naturalmente no vamos a hacer sombra a los hombres y mujeres del tiempo que hablan de bajas presiones y de isobaras, de máximas frías  y de mínimas ateridas,  ni vamos a competir con la agitada actualidad periodística  que llena las portadas  de inundaciones repetidas, carreteras cortadas y aeropuertos cerrados. Solo traemos algo de poesía, invernal pero calida, triste pero bella.

ANTONIO GAMONEDA, asturiano de nacimiento y leonés de adopción,  es uno de nuestros más grandes poetas, ganador del Premio Cervantes en el año 2006.  Nadie mejor que él, autor de una poesía recia y emocionada a la vez, para saludar la llegada del INVIERNO.


INVIERNO


La nieve cruje como pan caliente                         
y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,
y yo pienso en el pan y en las miradas                   
mientras camino sobre la nieve.                           
Hoy es domingo y me parece                               
que la mañana no está únicamente sobre la tierra         
sino que ha entrado suavemente en mi vida.               
Yo veo el río como acero oscuro                           
bajar entre la nieve.                                     
Veo el espino: llamear el rojo,                           
agrio fruto de enero.                                     
Y el robledal, sobre tierra quemada,                     
resistir en silencio.                                     
Hoy, domingo, la tierra es semejante                     
a la belleza y la necesidad                               
de lo que yo más amo.               

38 comentarios:

  1. Este poema de es de Khalin Gibran

    En el corazón de todos los inviernos
    vive una primavera palpitante,
    y detrás de cada noche
    viene una aurora sonriente.

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  2. A la hora de escoger un poema para celebrar la llegada del invierno dudé entre el poema de Gamoneda y este de Angel González, que tiene además para mí unos ecos muy personales:



    Canción de amiga

    Nadie recuerda un invierno tan frío como este.
    Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
    Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
    Las estrellas tan altas son destellos de hielo.

    Helado está también mi corazón,
    Pero no fue en invierno.
    Mi amiga,
    Mi dulce amiga,
    Aquella que me amaba,
    Me dice que ha dejado de quererme.

    No recuerdo un invierno tan frío como este.

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  3. ¿Por qué no proponéis más poemas que tengan como protagonista literario al invierno? Asó podríamos hacer entre todos una antología.

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  4. Supongo que también valen las letras de canciones. Esta es de Warcry.

    Invierno en mi corazón

    Siento soplar, vientos de tormenta en mi interior
    Final fatal, acaba en tragedia lo que empezó en amor

    Todo lo indicaba, no podía ser
    Todos me avisaban, no desconfié
    No quise creerlo, ella era mi amor
    El mi amigo, pero...

    Ella mi princesa, mi esperanza, mi amor
    El mi amigo, mi hermano, el que me traicionó
    Y es invierno en mi corazón
    Invierno en mi corazón

    Veo ante mi, momentos de risas y felicidad
    Tristes recuerdos de un tiempo pasado que no volverá

    Todo lo indicaba, no podia ser,
    Todos me avisaban, no desconfié
    No quise creerlo, era mi amor
    El mi amigo, pero

    Ella mi princesa, mi esperanza, mi amor
    El mi amigo, mi hermano, el que me traicionó
    Y es invierno en mi corazón
    Invierno en mi corazón

    Vi su sangre desde el lecho caer
    No sentí pena alguna ni jamas la sentiré
    Pues es invierno en mi corazón
    invierno en mi corazón

    En mi corazón

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  5. Me gusta y es distinto


    Nos casaremos ahora que llueve a carcajadas.
    Vos y yo y la tierra celebraremos juntos
    el verdor de los cuerpos,
    el sexo de las flores,
    el polen de la risa
    y todas las estrellas
    que vienen confundidas
    en la gota de lluvia.
    Pondremos inviernos en el amor
    para verlo crecer
    al ritmo de las plantas.
    Uniremos las nubes
    para formar el trueno,
    uniremos la tierra con el agua.
    Nos casaremos con el cielo cerrado,
    cuando suenen los techos
    como ametralladoras
    y el canto de las ranas
    suba desde el jardín
    junto con un cortejo de hormigas voladoras.
    Nos casaremos sin sombrillas, amor,
    con la cabeza descubierta,
    en un patio mojado,
    oloroso de tierra,
    sin otra sed más que la del uno por el otro,
    con la ropa empapada,
    juntando nuestros quehaceres
    para que se venga el temporal
    que lo va a lavar todo,
    como la lluvia, amor, de cuando nos casemos.

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  6. He encontrado este poema en Internet. Es de Manuel Machado.

    La canción del invierno

    Los días están tristes y la gente se muere,
    y cae la lluvia sucia de las nubes de plomo ...
    Y la ciudad no sabe lo que le pasa, como
    el pobre corazón no sabe lo que quiere.
    Es el invierno, Oscuro túnel, húmedo encierro
    por donde marcha, a tientas, nuestro pobre convoy.
    Y nos tiene amarrados a la vida de hoy,
    como un amor que tira de su cadena al perro.
    Luto, lluvia, recuerdo. Triste paz y luz pobre.
    Cerremos la ventana a este cielo de cobre.
    Encendamos la lámpara en los propios altares ...
    Y tengamos, en estas horas crepusculares,
    una mujer al lado, en el hogar un leño ...,
    y un libro que nos lleve desde la prosa al sueño.

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  7. Creo que el invierno no es estación más cantada en la poesía española, quizá porque somos un país del sur, calido y mediterráneo. Desde luego, el otoño, la primavera y el verano tienen bastantes más adeptos entre nuestros poetas. Creo que no es así en la poesía en lengua inglesa o alemana, donde el invierno tiene mucha más presencia poética, seguramente por razones contrarias a las ya comentadas.

    En cuanto a los poemas que habéis propuesto me parecen todos muy interesantes, aunque por muy distintas razones en cada caso.Personalmente, me inclino por el de Manuel Machado, que me resulta, como muchos otros poemas suyos, cínico, ingenioso y decadente. Los tres últimos versos me parecen magistrales y resumen muy bien su filosofía de la vida.

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  8. Poemas sobre el invierno26 de diciembre de 2010, 22:49

    Este poema también está en Internet. No sé por qué pero me gusta, quizá porque habla de su perro.

    No es increíble cuanto ven mis ojos:
    nieva sobre el almendro florido,
    nieva sobre la nieve.
    Este invierno mi ánimo
    es como una primavera temprana,
    es como un almendro floroido
    bajo la nieve.

    Hay demasiado frío
    esta tarde en el mundo.
    Pero abro la puerta a mi perro
    y con él entra en casa calor,
    entra la humanidad.


    Poemas de Antonio Colinas

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  9. me encanta la poesía26 de diciembre de 2010, 23:34

    Dos poemas sobre el invierno de Juan Ramón Jiménez. El segundo es el que más me gusta. Los he encontrado en www.los-poetas.com

    LAS TARDES DE ENERO

    Va cayendo la noche: La bruma
    ha bajado a los montes el cielo:
    Una lluvia menuda y monótona
    humedece los árboles secos.
    El rumor de sus gotas penetra
    hasta el fondo sagrado del pecho,
    donde el alma, dulcísima, esconde
    su perfume de amor y recuerdos.
    ¡Cómo cae la bruma en en alma!
    ¡Qué tristeza de vagos misterios
    en sus nieblas heladas esconden
    esas tardes sin sol ni luceros!
    En las tardes de rosas y brisas
    los dolores se olvidan, riendo,
    y las penas glaciales se ocultan
    tras los ojos radiantes de fuego.
    Cuando el frío desciende a la tierra,
    inundando las frentes de invierno,
    se reflejan las almas marchitas
    a través de los pálidos cuerpos.
    Y hay un algo de pena insondable
    en los ojos sin lumbre del cielo,
    y las largas miradas se pierden
    en la nada sin fe de los sueños.
    La nostalgia, tristísima, arroja
    en las almas su amargo silencio,
    Y los niños se duermen soñando
    con ladrones y lobos hambrientos.
    Los jardines se mueren de frío;
    en sus largos caminos desiertos
    no hay rosales cubiertos de rosas,
    no hay sonrisas, suspiros ni besos.
    ¡Como cae la bruma en el alma
    perfumada de amor y recuerdos!
    ¡Cuantas almas se van de la vida
    estas tardes sin sol ni luceros!


    CANCIÓN DE INVIERNO

    Cantan. Cantan.
    ¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

    Ha llovido. Aún las ramas
    están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
    los pájaros. ¿En dónde cantan
    los pájaros que cantan?

    No tengo pájaros en jaulas.
    No hay niños que los vendan. Cantan.
    El valle está muy lejos. Nada...

    Yo no sé dónde cantan
    los pájaros -cantan, cantan-
    los pájaros que cantan.

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  10. Yo lo pedía sin mucho convencimiento, pero los poemas han ido llegando y la antología se está haciendo paso a paso, verso a verso.

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  11. En este blog he encontrado muchos poemas sobre el invierno. Podéis entrar a verlos.

    http://lillianvandenbroeck.wordpress.com/2009/12/06/poemas-frios-breve-seleccion-de-poesia-de-invierno/

    Si no os apetece ver ese blog, yo he escogido uno de los poemas:

    Jorge Teillier

    Poema de invierno

    El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada.
    Han encendido fuego para defender los huertos
    de la bruja blanca de la helada.
    Entre la blanca humareda se agita el cuidador.
    El perro entumecido amenaza desde su caseta al témpano
    flotante de la luna.

    Esta noche al niño se le perdonará que duerma tarde.
    En la casa los padres están de fiesta.
    Pero él abre las ventanas
    para ver a los enmascarados jinetes
    que lo esperan en el bosque
    y sabe que su destino
    será amar el olor humilde de los senderos nocturnos.

    El invierno trae aguardiente para el maquinista y el fogonero.
    Una estrella perdida tambalea como baliza.
    Cantos de soldados ebrios
    que vuelven tarde a sus cuarteles.

    En la casa ha empezado la fiesta.
    Pero el niño sabe que la fiesta está en otra parte,
    y mira por la ventana buscando a los desconocidos
    que pasará toda la vida tratando de encontrar.

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  12. Filósofo Primero Bachillerato28 de diciembre de 2010, 9:42

    Lo hed encontrado en un blog de Filosofía (muy bueno, por cierto):

    http://cavernisofia.blogspot.com/

    Tarde invernal

    Cuando la nieve cae en las ventanas
    Suena, larga, la campana de la tarde,
    Muchos tienen la mesa preparada
    Y la casa está serena.

    Tantos que estaban de viaje
    Llegan a la puerta por oscura senda.
    Dorado florece el árbol de la gracia
    Desde la fresca sabia de la Tierra.

    Caminante, entra en silencio:
    Dolor petrificó el umbral.
    Resplandecen en su luz
    Sobre la mesa el pan y el vino.

    Georg Trakl

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  13. Anónimo de 2º Bach.28 de diciembre de 2010, 10:56

    En www.poemasde.net he encontrado este poema del invierno. Es un poeta extremeño.


    Poema Paisaje De Invierno de Basilio Sánchez

    Donde el agua se espesa, una palabra
    que se queda en los labios es un hilo de nieve.

    Donde la voz se pierde está el secreto
    de las manos del frío,
    de todas las pequeñas hojas cristalizadas.

    Una estrella oscilante se detiene
    para la intimidad de la vigilia.
    La calle está mojada, el paseante
    va pisando la luna bajo la indiferencia de los árboles,
    bajo la indiferencia de una noche
    que ahora mismo se ordena
    sobre las previsiones de sus lámparas.

    Como un faro en lo alto,
    la luz en la ventana de una mujer que duerme
    ilumina los ojos
    de otra mujer que, al borde de la cama,
    permanece despierta mientras crece
    la sombra de sus manos,
    su invisible soledad de otro mundo.

    La herida del invierno te ha llevado a creer.

    Para entrar en lo blanco, vas a necesitar el corazón.

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  14. Estos versos me los enseñó mi abuela.

    Aprovecha tus abriles
    y ama al hombre que te quiera,
    mira que el invierno es largo
    y corta la primavera.

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  15. Este poema es de José Emilio Pacheco, premio Cervantes 2009.


    Al lugar que fue nuestro llega el invierno

    y cruzan por el aire las bandadas que emigran.

    Después renacerá la primavera,

    revivirán las flores que sembraste.

    Pero en cambio nosotros

    ya nunca más veremos

    la casa entre la niebla.

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  16. A ver si nos vamos a olvidar de uno de los más famosos poemas, el de Antonio Machado.

    Una tarde parda y fría
    de invierno. Los colegiales
    estudian. Monotonía
    de lluvia tras los cristales.

    Es la clase. En un cartel
    se representa a Caín
    fugitivo, y muerto Abel,
    junto a una mancha carmín.

    Con timbre sonoro y hueco
    truena el maestro, un anciano
    mal vestido, enjuto y seco,
    que lleva un libro en la mano.

    Y todo un coro infantil
    va cantando la lección;
    mil veces ciento, cien mil,
    mil veces mil, un millón.

    Una tarde parda y fría
    de invierno. Los colegiales
    estudian. Monotonía
    de la lluvia en los cristales.

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  17. Otro poema de invierno en Internet:


    Luis lópez Anglada


    Estamos en invierno, amor, y llueve,

    y en el corazón entra tanto frío

    como si lo invadiese un negro río

    de soledad que hasta la sangre bebe.

    En el espacio de tu sueño breve

    ¿entra la lluvia, amor? Negro y sombrío

    tu corazón, acaso, como el mío

    ni a despertar de su dormir se atreve.

    Tengo, amor, mucho frío y en mis venas

    se me han helado soledad y pena

    y el tiempo del dolor se vuelve eterno.

    Y tanto llueve, amor, y tanto duele

    que tengo miedo de que se me hiele

    hasta la misma pena en este invierno.

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  18. Bueno, la antología de "poemas del invierno" crece y crece sin cesar, sin prisa pero sin pausa, lo que indica que responde al interés o, por lo menos, a la curiosidad de los seguidores de este blog. Algunos de los poemas y de los poetas eran desconocidos para mí, así que os agradezco que me los hayáis descubierto. La verdad es que Internet es una verdadera mina en la que se puede encontrar verdadero oro, no solo basura. El último poema, por ejemplo, me parece conmovedor y tristísimo. Gracias otra vez.

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  19. Fe de vida, de José Hierro


    Sé que el invierno está aquí,
    detrás de esa puerta. Sé
    que si ahora saliese fuera
    lo hallaría todo muerto,
    luchando por renacer.
    Sé que si busco una rama
    no la encontraré.
    Sé que si busco una mano
    que me salve del olvido
    no la encontraré
    Sé que si busco al que fui
    no lo encontraré.
    Pero estoy aquí. Me muevo,
    vivo. Me llamo José
    Hierro. Alegría. (Alegría
    que está caída a mis pies.)
    Nada en orden. Todo roto,
    a punto de ya no ser.
    Pero toco la alegría,
    porque aunque todo esté muerto
    yo aún estoy vivo y lo sé.

    (Alegría, 1947)

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  20. Poemas del invierno2 de enero de 2011, 21:24

    He encontrado este poema.


    INVIERNO
    Cuando me acerco hasta tu orilla,
    luz del invierno, me deshojas
    y el amarillo de mis frutos
    sufre desnudo por la sombra.
    Van por el cielo nubes grandes,
    celestes rocas misteriosas,
    mientras un pájaro abatido
    hiere la tarde y se desploma...
    Triste es la carne, triste el alma,
    triste la tierra oscura y roja.
    Bajo los árboles helados
    toda mi vida es una boca
    que ya no sabe de los zumos
    con que embriagaba su sed honda.
    Puedo morirme... Ya he sabido
    cómo se mueren otras rosas,
    cómo se ocultan en la nada
    todos los ramos de las frondas...
    Pero mi vida no es lo mismo,
    puede aún decir algunas cosas
    contemplando cómo tus dedos,
    luz del invierno, me deshojan.

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  21. Poemas del invierno2 de enero de 2011, 21:25

    Y este otro:

    Poema Virgen Del Camino de Andres Trapiello

    Estas noches de invierno hace frío en la casa,
    los techos son muy altos y las paredes viejas,
    cierran mal los balcones y la ventisca entra
    hasta la misma cama donde espero
    a que me venza el sueño y a que el sueño
    me arrebate de golpe el libro de las manos,
    y así, sobresaltado, me despierto
    en medio de las sombras.
    Y es entonces cuando comienzo un rito,
    un viejo rito íntimo, igual todas las noches:
    rezo un avemaría mentalmente.
    Durante muchos años esto me avergonzaba.
    ?Qué buscas?, me decía, ?en oración tan simple.
    Eres un hombre ya, no crees mucho
    que el destino del hombre obedezca a unas leyes
    divinas ni que el orbe, engastado de estrellas
    en las ruedas del sol y de la luna
    sea maquinaria de un reloj,
    al que un ser bondadoso
    da cuerda cada noche en su vasto castillo,
    esa vieja mansión que Nietzsche llamó Nada
    y Bergson llamó Tiempo.
    Es tarde para ti, me digo. Déjale
    esa oración a otros, a tus hijos tal vez,
    ignorantes aún de lo que sean
    las palabras antiguas del arcángel
    que anunciaron el Verbo y su silencio
    en misterioso griego, según cuenta San Lucas.
    No pienses otra cosa. Estás cansado.
    Ya es bastante de un día
    conocer su final y conocerlo en paz.
    Deja, pues, de rezar. Ese viático
    no puedes usurparlo, porque, di,
    ¿de qué te serviría? De qué sirve una llave
    de la que no sabemos a dónde pertenece?.
    Son razones que habré dicho mil veces,
    pero al llegar la noche,
    me acuerdo de otras noches
    y el frío de mis pies entre las sábanas
    es un frío de infancia, de internado,
    cuando oía a mi lado el dulce respirar
    en otras camas, y en el cristal la escarcha.
    Y al recordar aquellas ya lejanas
    noches de la meseta, tan largas,
    oscuras y sin fondo,
    recuerdo las palabras de los frailes:
    ?La Virgen del Camino
    guiará vuestros pasos donde quiera que estéis:
    No dejéis de rezarle y el camino
    no será tan difícil. Será para vosotros
    linterna en alta mar o una noche de luna?.
    Y recuerdo que yo, para dormirme,
    imaginaba, acurrucado,
    debajo de las mantas que pesaban
    pero que calentaban poco,
    sin moverme siquiera de la parte más tibia
    que había caldeado con esfuerzo,
    incluso con mi aliento, imaginaba, digo,
    qué sería de mí, y qué lejanos mares
    habría de cruzar, qué extrañas tierras.
    Otras veces pensaba si la muerte
    habría de llegarme
    como a aquél que labrando
    un buen día su viña, ni siquiera
    de recoger su manto tuvo tiempo,
    o en medio de una fiesta, o en el sueño?
    Al llegar a este punto
    recuerdo que temblaba y pensaba en mi Virgen,
    de modo que mis labios desgranaban
    aquel Ave María, gratia plena
    con el que yo me hacía
    un lecho de hojas secas,
    y luego me dormía?para llegar
    muchos años después,
    a noches como ésta,
    noches frías de invierno
    donde a solas conmigo voy pensando
    y dejando en mi boca, una a una,
    las palabras antiguas
    de la Salutación, como si fueran
    el óbolo que habrá de franquearme
    los portales del manto hospitalario
    que unos llamaron Tiempo
    y otros llamaron Nada.

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  22. Estoy sorprendido, pero esta entrada invernal, contra todo pronóstico, ha batido el "record de comentarios" y probablemente aún llegarán más. Estoy pensando en hacer una entrada nueva con esta antología de poemas, que podría ser la primera en español en Internet.

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  23. EL INVIERNO (Ángel González)

    El invierno
    de lunas anchas y pequeños días
    esta sobre nosotros. Hace tiempo
    yo era niño y nevaba mucho,
    mucho. Lo recuerdo
    viendo a la tierra negra que reposa,
    apenas por el hielo
    de un charco iluminada.
    Es increíble: pero todo esto
    que hoy es tierra dormida bajo el frío,
    será mañana, bajo el viento,
    trigo.

    Y rojas
    amapolas. Y sarmientos...
    Sin esperanza:
    la tierra de Castilla está esperando
    -crecen los ríos-
    con convencimiento.

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  24. Diciembre de Susana March

    Si un día rompo a cantar,
    todo cantará conmigo.

    Esta mudez de los campos
    se rasgará con mi grito.

    Las nubes vagan sin prisa
    desnudándome el camino.

    ¡Qué desolado horizonte
    en este mes de los fríos!

    Hay un revuelo de escarcha
    sobre los jóvenes pinos.

    Diciembre levanta un cáliz
    de pájaros en exilio.

    Yo dormida, voy soñando
    dulces lares encendidos…

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  25. En el invierno de París

    En el invierno de París
    La pasan mal
    Los sans-abris;
    La pasan mal
    Los sans-logis;
    La pasan mal
    los sans-nourri:
    La pasan mal
    En el invierno de París.

    En el invierno de París
    ¿Qué piensas tú,
    Sin un ami?
    ¿Qué piensas tú
    Solo en la rue?
    ¿Qué piensas tú
    De mí, de ti,
    Qué piensas tú
    En el invierno de París?

    En el invierno de París
    Viene el burgués
    (que ama la vie)
    Viene el burgués
    Y exclama: Oui!
    Viene el burgués,
    Repite: Oui!
    Viene el burgués
    En el invierno de París

    En el invierno de París
    Nunca se vio
    Gente tan chic;
    Nunca se vio
    Tan fino esprit;
    Nunca se vio
    Là-bas o ici,
    Nunca se vio
    En el invierno de París.

    En el invierno de París
    Con calma pues
    Tendrás abris;
    Con calma pues
    Serás nourri;
    Con calma pues
    Se dice (on dit)
    Con calme pues
    En el invierno de París.

    En el invierno de París
    Vivir podrás
    Un mes así;
    Vivir podrás
    con lait, con lit;
    vivir podrás
    ya san souci;
    vivir podrás
    en el invierno de París.

    En el invierno de París…
    ¿Pero y después?
    Solo en la rue.
    ¿Pero y después?
    Sin un ami.
    ¿Pero y después?
    Ni lait ni lit.
    ¿Pero y después
    Sin el invierno de París?

    Nicolás Guillén

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  26. Creía conocer bien la obra de este poeta cubano, pero no recuerdo haber leído ese poema. Me parece curioso, además de muy útil para repasar francés.

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  27. Poema de Esther Zalarruki ¿¿¿???


    Habrá tenido un difícil invierno...


    Habrá tenido un difícil invierno,
    pero al sol hoy reconoce el bienestar
    como aceite sobre sí y lo agradece.
    Palpa el suelo caliente.
    Piensa en darse
    al lomo de las cosas, a ciegas,
    para ver cómo es estar con ellas
    cuando nada crece ni decae.
    Rechaza los recuerdos suavemente,
    como a niños, como a niños les ordena el silencio.
    Oirá voces,
    se hará tarde, alguna imagen
    acudirá como un zarpazo,
    quizá los rostros que le quieren vivo,
    sentimientos como brotes o heladas,
    pero el sol sigue alto
    mientras dure este poema.

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  28. Pere Gimferrer


    En invierno, la lluvia dulce en los parabrisas...

    En invierno, la lluvia dulce en los parabrisas, las carreteras
    brillando hacia el océano,
    la viajera de los guantes rosa, oh mi desfallecido corazón, clavel
    en la solapa del smoking,
    muerto bajo el aullido de la noche insaciable, los lotos en la niebla,
    el erizo de mar al fondo del armario,
    el viento que recorre los pasillos y no se cansa de pronunciar
    tu nombre.

    Ella venía por la acera, desde el destello azul de Central Park.
    ¡Cómo me dolía el pecho sólo con verla pasar!
    Sonrisa de azucena, o jos de garza, mi amor,
    entre el humo del snack te veía pasar yo.
    ¡Oh música, oh juventud, oh bullicioso champán!
    (Y tu cuerpo como un blanco ramillete de azahar...)

    Los jardines del barrio residencial, rodeados de verjas,
    silenciosos, dorados, esperan.
    Con el viento que agita los visillos viene un suspiro de
    sirenas nevadas.

    Todas las noches, en el snack,
    mis ojos febrües la vieron pasar.
    Todo el inviemo que pasé en New York
    mis ojos la buscaban entre nieve y neón.

    Las oficinas de los aeropuertos, con sus luces de clínica.
    El paraíso, los labios pintados, las uñas pintadas, la sonrisa,
    las rubias platino, los escotes, el mar verde y oscuro.
    Una espada en la helada tiniebla, un jazmín detenido
    en el tiempo.
    Así llega, como un áncora descendiendo entre luminosos
    arrecifes,
    la muerte.

    Se empañaban los cristales con el frío de New York.
    ¡Patinando en Central Park sería un cisne mi amor!

    Los asesinos llevan zapatos de charol. Fuman rubio, sonríen.
    Disparan.
    La orquesta tiene un saxo, un batería, un pianista. Los cantantes.
    Hay un número de strip-tease y un prestidigitador.
    Aquella noche llovía al salir. El cielo era de cobre y luz
    magnética.

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  29. Este poema es de Vicente Huidobro ¡¡¡¡¡!!!!!!


    El invierno ha llegado al llamado de alguien
    Y las miradas emigran hacia los calores conocidos
    Esta noche el viento arrastra sus chales de viento
    Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

    Oíd crepitar el arco iris mojado
    Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

    La amargura teme a las intemperies
    Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso
    Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
    Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

    Seducciones de antesala en grado de aguardiente
    Alejemos en seguida el coche de las nieves
    Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

    El salón se hincha con el vapor de las bocas
    Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara
    Y hay moscas
    Sobre los suspiros petrificados

    Los ojos están llenos de un líquido viajero
    Y cada ojo tiene un perfume especial
    El silencio es una planta que brota al interior
    Si el corazón conserva su calefacción igual

    Afuera se acerca el coche de las nieves
    Trayendo su termómetro de ultratumba
    Y me adormezco con el ruido del piano lunar
    Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

    Cae
    Nieve con gusto a universo
    Cae
    Nieve que huele a mar

    Cae
    Nieve perfecta de los violines
    Cae
    La nieve sobre las mariposas

    Cae
    Nieve en copos de olores
    La nieve en tubo inconsistente

    Cae
    Nieve a paso de flor
    Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

    Simiente de sonido de campanas
    Sobre los naufragios más lejanos
    Calentad vuestros suspiros en los bolsillos
    Que el cielo peina sus nubes antiguas
    Siguiendo los gestos de nuestras manos

    Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias
    Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío
    El cielo emblanquece nuestra atmósfera
    Entre las palabras heladas a medio camino
    Ahora que el patriarca se ha dormido
    La nieve se desliza se desliza
    se desliza
    Desde su barba pulida

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  30. Creo que este no está todavía, es de Antonio Machado

    SOL DE INVIERNO

    Es mediodía. Un parque.
    Invierno. Blancas sendas;
    simétricos montículos
    y ramas esqueléticas.
    Bajo el invernadero,
    naranjos en maceta,
    y en su tonel, pintado
    de verde, la palmera.
    Un viejecillo dice,
    para su capa vieja:
    «¡El sol, esta hermosura
    de sol!...» Los niños juegan.
    El agua de la fuente
    resbala, corre y sueña
    lamiendo, casi muda,
    la verdinosa piedra.

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  31. Cuando el frío de Paz Díez Taboada

    Es en el alto invierno..., cuando el frío se ensaña,

    cuando oigo por la radio “¡Ojo a la carretera!,

    ha nevado en Segovia, se han cerrado San Glorio,

    El Escudo, El Madero..., por supuesto, En Valira...”.

    En la televisión, postales invernales:

    carretera de Burgos a Vitoria, nevada;

    en Teruel y Albacete, el frío de costumbre,

    pero nevó en Altea..., ¡son palabras mayores!

    Es en el alto invierno cuando cojo la pluma

    y emborrono las páginas de los viejos cuadernos.

    Cuando duermen las rosas, hago yo mi rotundo

    ensayo general para la muerte.

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  32. invierno y primavera5 de enero de 2011, 15:29

    Este poema es una maravilla, lo he encontrado en Internet. Es de un poeta griego llamado Constantino Kavafis


    Buen tiempo, mal tiempo

    Me alegra que se vaya
    el invierno con sus nieblas, temporales y frío.
    La primavera entra en mí, oh alegría verdadera.
    La risa es como un rayo de sol, todo de oro puro,
    no hay otro jardín como el del amor,
    el calor de la canción derrite todas las nieves.
    Que agradable cuando la primavera
    siembra de flores las verdes campiñas.
    Pero si tienes el corazón herido es como si llegara el invierno.
    La tristeza puede empañar el mas brillante de los soles;
    si estás apenado, Mayo parecerá Diciembre,
    porque las lágrimas son tan frías como la nieve.

    Versión de Miguel Castillo Didier

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  33. 2 poemas de Julio LLamazares

    “La nieve está en mi corazón”

    La nieve está en mi corazón como el silencio en las habitaciones de los balnearios: densa y profunda, indestructible.
    La nieve está en mi corazón como la hiedra de la muerte en las habitaciones donde nacimos.
    Y el tiempo huye de mí con un crujido dulce de zarzales.
    Nieva implacablemente sobre los páramos de mi memoria. Es ya noche entre los blancos cercados.
    Cuando amanezca, será ya siempre invierno.


    “Mi memoria es la memoria de la nieve”


    Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco
    como un campo de urces.

    En labios amarillos la negación florece. Pero existe un nogal
    donde habita el invierno.

    Un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir
    los guerreros más viejos.

    En un mismo exterior se deshacen los días y la desolación corroe
    los signos del suicidio:

    globos entre las ramas del silencio y un animal sin nombre
    que se espesa en mi rostro.

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  34. Miguel Hernández5 de enero de 2011, 23:28

    Soldados en la nieve


    Diciembre ha congelado su aliento de dos filos,
    y lo resopla desde los cielos congelados,
    como una llama seca desarrollada en hilos,
    como una larga ruina que ataca a los soldados.

    Nieve donde el caballo que impone sus pisadas
    es una soledad de galopante luto.
    Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
    de celeste maldad, de desprecio absoluto.

    Muerde, tala, traspasa como un tremendo hachazo,
    con un hacha de mármol encarnizado y leve.
    Desciende, se derrama como un deshecho abrazo
    de precipicios y alas, de soledad y nieve.

    Esta agresión que parte del centro del invierno,
    hambre cruda, cansada de tener hambre y frío,
    amenaza al desnudo con un rencor eterno,
    blanco, mortal, hambriento, silencioso, sombrío.

    Quiere aplacar las fraguas, los odios, las hogueras,
    quiere cegar los mares, sepultar los amores:
    y se va elevando lentas y diáfanas barreras,
    estatuas silenciosas y vidrios agresores.

    Que se derrame a chorros el corazón de lana
    de tantos almacenes y talleres textiles,
    para cubrir los cuerpos que queman la mañana
    con la voz, la mirada, los pies y los fusiles.

    Ropa para los cuerpos que pueden ir desnudos,
    que pueden ir vestidos de escarchas y de hielos:
    de piedra enjuta contra los picotazos rudos,
    las mordeduras pálidas y los pálidos vuelos.

    Ropa para los cuerpos que rechazan callados
    los ataques más blancos con los huesos más rojos.
    Porque tienen el hueso solar estos soldados,
    y porque son hogueras con pisadas, con ojos.

    La frialdad se abalanza, la muerte se deshoja,
    el clamor que no suena, pero que escucho, llueve.
    Sobre la nieve blanca, la vida roja y roja
    hace la nieve cálida, siembra fuego en la nieve.

    Tan decididamente son el cristal de roca
    que sólo el fuego, sólo la llama cristaliza,
    que atacan con el pómulo nevado, con la boca,
    y vuelven cuanto atacan recuerdos de ceniza.

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  35. De un premio Cervantes5 de enero de 2011, 23:30

    Noche y nieve, de José Emilio Pacheco

    Me asomé a la ventana y en lugar de jardín hallé la noche
    enteramente constelada de nieve

    La nieve hace tangible el silencio y es el desplome de la
    luz y se apaga

    La nieve no quiere decir nada: Es sólo una pregunta que
    deja caer millones de signos de interrogación sobre el
    mundo

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  36. HA LLEGADO EL MOMENTO DE DAR POR CERRADA ESTA ANTOLOGÍA, ANTES DE QUE SE HAGA INMANEJABLE.
    GRACIAS A TODOS POR VUESTRA EXTRAORDINARIA COLABORACIÓN.

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  37. Invierno en la batalla de Teruel
    César Vallejo

    ¡Cae agua de revólveres lavados!
    Precisamente,
    es la gracia metálica del agua,
    en la tarde nocturna en Aragón,
    no obstante las construídas yerbas,
    las legumbres ardientes, las plantas industriales.
    Precisamente,
    es la rama serena de la química,
    la rama de explosivos en un pelo,
    la rama de automóviles en frecuencias y adioses.
    Así responde el hombre, así, a la muerte,
    así mira de frente y escucha de costado,
    así el agua, al contrario de la sangre, es de agua,
    así el fuego, al revés de la ceniza, alisa sus rumiantes ateridos.
    ¿Quién va, bajo la nieve? ¿Están matando? No.
    Precisamente,
    va la vida coleando, con su segunda soga.
    ¡Y horrísima es la guerra, solivianta,
    lo pone a uno largo, ojoso;
    da tumba la guerra, da caer,
    da dar un salto extraño de antropoide!
    Tú lo hueles, compañero, perfectamente,
    al pisar
    por distracción tu brazo entre cadáveres;
    tú lo ves, pues, tocaste tus testículos, poniéndote rojísimo;
    tú lo oyes en tu boca de soldado natural.
    Vamos, pues, compañero;
    nos espera tu sombra apercibida,
    nos espera tu sombra acuartelada,
    mediodía capitán, noche soldado raso...
    Por eso, al referirme a esta agonía,
    aléjome de mí gritando fuerte:
    ¡Abajo mi cadáver! ... Y sollozo.

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